Lo urgente camina de noche
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) Bolivia tiene la economía informal más grande del mundo. (FMI, 2018) El 80% de la población trabaja en la informalidad y 87% de esta población son mujeres. Con la COVID-19 muchas personas perdieron su trabajo, otras tantas no pudieron conseguir trabajo durante la pandemia. Bajo este panorama más personas tuvieron que autoemplearse y pasar al mercado laboral informal.
Este escenario pandémico mostró en carne viva las problemáticas de las mujeres que trabajan en la informalidad, necesidades que fueron deliberadamente escondidas bajo la alfombra durante décadas; a la vez, se generaron nuevas urgencias que aún no son del todo identificadas.
El impacto de las políticas desinformadas
En respuesta a la pandemia Bolivia, como el resto de los países, tomó medidas enfocadas sobre todo en la seguridad sanitaria. Estas políticas, que si bien eran urgentes, no repararon en la realidad de los sectores más vulnerabilizados, como el de las mujeres que trabajan en la informalidad, quienes además constituyen la mayoría del mercado laboral del país.
La COVID-19 llegó al país aproximadamente a inicios de marzo y como medida para evitar los contagios el 21 del mismo mes, el gobierno decretó una cuarentena rígida que se prolongó hasta el 31 de mayo (Decreto Supremo Nro. 4199, 2020). Esta medida implicó la prohibición del libre tránsito, permitiendo la circulación únicamente para comprar alimentos y productos de primera necesidad, cerca del lugar de residencia. Las personas encontradas incumpliendo estas disposiciones corrían el riesgo de ser sancionadas con ocho horas de cárcel y una multa de 500 bolivianos (72 dólares americanos). Para controlar el cumplimiento de este decreto, el gobierno sacó a las calles a los militares, añadiendo miedo e incertidumbre al escenario pandémico.
El Decreto Supremo Nro. 4199, a través del cual se declaró cuarentena total, indicaba que solamente las personas dedicadas a la producción de alimentos y a las actividades de abastecimiento de artículos de primera necesidad podían desarrollar sus actividades ininterrumpidamente.
“Tenía mi carnet de comerciante, de gremial, con eso yo he andado…nosotros los gremiales no tenemos sueldo, entonces si no sales a vender hay días que no comes, entonces tenías que salir sí o sí, quieras o no quieras”
(Entrevista a comerciante del mercado de Chasquipampa, 10/05/2022)
Las disposiciones de este decreto excluían a otras comerciantes que también necesitaban salir a vender sus productos para sostener a sus familias. De igual manera, no todas las vendedoras y productoras de alimentos de primera necesidad contaban con el permiso para vender sus productos, por lo que tuvieron que encontrar estrategias para movilizarse sin ser sancionadas. Entonces surgió un mundo nocturno que sostuvo a las ciudades de La Paz y El Alto.
La estrategia de las trabajadoras por cuenta propia fue movilizarse en las madrugadas para no ser detenidas por los militares y para tener más tiempo de circulación, pues las restricciones iniciaban a las 13:00 horas. (Decreto Supremo 4199)
“Yo vivo en Cotahuma y tenía que bajar a pie hasta la Rodríguez (Mercado Rodríguez) con carrito, mi hijo con eso me ayudaba. Había compañeras que hacían sus compras y nos juntábamos entre dos, tres, cuatro personas y en un taxi bajábamos. Llegábamos a las 5 de la mañana a la Feria. En la noche había más movimiento que en el día”
(Entrevista a comerciante del mercado de Chasquipampa , 10/05/2022)
“Deberíamos tener nuestras propias guarderías, nuestras propias sedes, un refugio debería haber, ayudadas por el gobierno central, por el gobierno municipal, por la gobernación”
(Entrevista a comerciante y ex dirigente gremial de El Alto, 10/03/2022)
¿Quiénes hablan por las gremiales?
Siete de diez personas que trabajan en la informalidad son mujeres, esto significa una amplia mayoría de mujeres en el sector, con necesidades específicas y diferenciadas; sin embargo, esta mayoría suele ser representada por hombres quienes, por lo general, no conocen las demandas específicas de sus compañeras.
Este desconocimiento se hace evidente cuando se ven las demandas públicas de este sector. Según datos de la Fundación UNIR Bolivia, las principales demandas del sector gremial desde marzo del 2020, hasta marzo del 2022 son las siguientes:
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Fundación UNIR Bolivia
En este cuadro se pueden identificar petitorios puntuales, en la mayoría de los casos relacionados a pugnas por puestos de venta. La mayor parte de estas demandas están relacionadas a temas coyunturales.
“En el caso de los gremiales hablamos de conflictos puntuales que se activan por demandas específicas como la demanda por puestos de venta, pero en el fondo están hablando de temas estructurales, están buscando asegurar su reproducción social, su subsistencia, tiene que ver con condiciones precarias de trabajo, con la precariedad económica”
(Entrevista a Huáscar Pacheco, experto en análisis de conflictos, 19/05/2022)
Evidentemente, estas demandas reflejan las necesidades inmediatas del sector gremial; en este caso muchas están relacionadas a la COVID-19 y dejan ver la inestabilidad económica que generó está pandemia en
la economía del sector. Lo que no se ve entre estas demandas son las necesidades específicas de las mujeres gremiales. No se exige la implementación de guarderías municipales, no existen demandas por beneficios sociales, como una jubilación que cuantifique e incluya las horas de trabajo doméstico. La seguridad en las ferias, no se ve como una urgencia y tampoco se exigen políticas de reactivación económica para que el sector pueda recuperar su capital perdido y pagar sus deudas.
¿Por qué estas necesidades urgentes y profundas no están reflejadas entre las demandas del sector gremial?
Generalmente, las necesidades urgentes son las que ocupan las agendas de organizaciones laborales; por otro lado, esta ausencia de demandas específicas se debe a que las mujeres no son representadas por otras mujeres que entiendan su día a día, sino por hombres, ejecutivos que por lo general se enfocan en problemáticas de coyuntura y que no se identifican del todo con las situaciones de sus compañeras.
Se dice que en Bolivia “quién no está organizado no existe”, las y los gremiales buscan formar parte de sindicatos, asociaciones, federaciones, para que sus necesidades sean conocidas y sus demandas escuchadas; quienes no buscan formar parte de estas organizaciones, de igual manera deberán serlo, en una sociedad altamente corporativizada como la boliviana, ser un lobo solitario, no siempre es una opción. En muchos casos la condición para formar parte de una feria o un mercado es pertenecer a una asociación, e incluso ser parte de la directiva cuando toca ejercer un cargo, y si bien muchas mujeres forman parte de las directivas pocas veces ocupan cargos jerárquicos o con poder de decisión.
Existen gran cantidad de argumentos que justifican esta situación; por un lado, se dice que las mujeres gremiales no suelen ser dirigentes o ejecutivas porque no tienen tiempo y si bien es cierto que están sobrecargadas por su trabajo, existen muchas que sí desean ser dirigentes.
Por otro lado, muchas mujeres sienten que no tienen la preparación necesaria para ser dirigentes, muchas de ellas prefieren que hablen ellos y que “entre hombres se entiendan” porque las autoridades del Estado también suelen ser hombres.
También se debe decir que existen pugnas por ser parte de directivas de organizaciones gremiales, muchas veces, estas posiciones vienen con un rédito económico y personal, no todos los dirigentes trabajan por mejorar la situación de sus pares.
Conclusiones
Las mujeres gremiales están subrepresentadas en un sector en el que son mayoría, evidentemente esto tiene consecuencias; sus necesidades simplemente no son percibidas como prioritarias. La pandemia dejó ver lo urgente que es abordar estas problemáticas percibidas como “parte de la vida”. Las mujeres gremiales necesitan infraestructuras decuidados, seguridad y condiciones en sus espacios laborales, así como políticas enfocadas en sus necesidades, entre tantas otras cosas.
Si bien durante la pandemia las mujeres gremiales se beneficiaron de los bonos, y del diferimiento de créditos, no se plantearon políticas públicas focalizadas para uno de los sectores más grandes del país. El Estado tiene la obligación de desarrollar políticas enfocadas en sectores vulnerabilizados y mayoritarios, tanto en situaciones de emergencia sanitaria, como en periodos regulares. Para comprender la deuda y la responsabilidad que existe hacia este sector, sería importante cuantificar el aporte económico de las mujeres autoempleadas en las cuentas públicas.
Si pensamos en términos de gobernanza colaborativa, el Estado debe plantear políticas que incorporen procesos de consulta, en este sentido, es fundamental que las personas que representan a un sector tan grande y relevante, sean verdaderas interlocutoras de las necesidades de las mayorías de su sector. Los ejecutivos de las federaciones más grandes tienen llegada a las autoridades estatales, sostienen reuniones y coordinan acciones cuando existen afinidades políticas. El problema es que en estas reuniones solo están presentes las directivas gremiales.
Idealmente, las autoridades deberían bajar a las bases, para generar espacios de gobernanza colaborativa, espacios abiertos para que personas asociadas y no asociadas puedan hablar sobre sus principales necesidades y proponer estrategias para sobreponerse. Esto quiere decir, ir más allá de las cabezas de las dirigencias; no obstante, existen intereses y luchas de poder que ponen barreras a este ideal; sin embargo, en medio de este panorama, toca pensar y discutir respecto a las mejores estrategias para que la institucionalidad y las organizaciones puedan trabajar de forma eficiente y colaborativa.
Referencias Bibliográficas
Decreto Supremo N° 4199 de 21 de marzo de 2020
OIT, ONU MUJERES, PNUD. Trabajadoras por cuenta propia pilares de la reactivación económica y social, La Paz, 2022.
Pabón, Silvia; Hurtado, Giovana: Pobreza multidimencional y efectos de la crisis del COVID-19 en Bolivia, La Paz, 2021.
PNUD. Nota Técnica: Los impactos económicos del COVID-19 y las desigualdades de género. Recomendaciones y lineamientos de políticas públicas. La Paz, 2020.
Schwarzen, Vivian; Vargas, Natalia. Puertas Adentro: el COVID 19 y otras pandemias que viven las mujeres, en: Pandemia y Crisis (resiliencia y adaptación); Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), Cochabamba, 2021.
Tania Montes Eguino
Investigadora Senior
Colabora.Lat Bolivia