La pandemia por COVID-19 en Guatemala: ¿Cómo vamos en comparación con los vecinos centroamericanos?
El adecuado manejo de una pandemia es, literalmente, un asunto de vida o muerte. Algunos gobernantes intentan encubrir sus desaciertos con desinformación sobre las cifras de la pandemia, o presentándolas fuera de contexto para dificultar que sean interpretadas adecuadamente. Otros, simplemente, las ocultan. Por ello, es importante que diversos actores de la sociedad civil, como los periodistas de investigación, los académicos y los investigadores de los tanques de pensamiento, verifiquen constantemente los datos y los pongan en contexto, para evaluar objetivamente el desempeño gubernamental.
Datos de Guatemala
El primer caso de COVID-19 (o Coronavirus SARS-CoV-2) se confirmó en Guatemala el 13 de marzo de 2020. Al 9 de mayo de 2021, transcurridos 423 días de pandemia, los datos oficiales publicados por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), en su tablero de control, son los siguientes:
- Casos confirmados por laboratorios: 235,304
- Casos fallecidos registrados: 7,736
- Incidencia acumulada: 1,395.8 casos confirmados por cada 100,000 habitantes
- Tasa de mortalidad: 45.9 fallecidos por cada 100,000 habitantes
- Letalidad: 3.3%
Al inicio de la pandemia, se criticó al MSPAS por no transparentar los datos de manera oportuna para dar un seguimiento objetivo a la misma. En la actualidad, el tablero COVID-19 elaborado con apoyo técnico y financiero de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) es bastante completo, incluyendo datos del proceso de vacunación, aunque siempre hay espacio para mejorar. Por ejemplo, los epidemiólogos como el Dr. Kevin Martínez-Folgar han insistido sobre la importancia de conocer más datos sobre las personas contagiadas y fallecidas como ser la comorbilidad de enfermedades crónicas, información disponible en la Ficha Epidemiológica para la vigilancia de virus respiratorios a cargo del Departamento de Epidemiología del MSPAS. Dichos datos todavía no se publican de oficio.
¿Cómo hacer una adecuada apreciación sobre los datos?
Es posible comparar con otros países, de características similares, cómo podrían ser los vecinos centroamericanos. Por ejemplo, desde el punto de vista de la letalidad, al 30 de abril de 2021, Guatemala es el país que muestra las cifras más preocupantes, junto con Nicaragua, mientras que Costa Rica resulta ser el menos problemático:
Tabla 1. Países de Centroamérica: Casos acumulados registrados y fallecidos por COVID-19, al 30 de abril de 2021.
Fuente: https://covid19.who.int/table (sitio visitado el 3 de mayo de 2021). Nota: https://ourworldindata.org/coronavirus (sitio visitado el 22 de abril de 2021).
Estos datos indican que es preferible enfermarse en Costa Rica, donde uno tendría menos probabilidades de morir. Esto, posiblemente, se deba a la mejor calidad de su sistema de salud, especialmente la amplia cobertura del seguro social. Algunos han argumentado que, en Guatemala, debido al escaso número de pruebas realizadas, el denominador de casos confirmados está subestimado y que, por lo tanto, el porcentaje de letalidad podría ser menor. Sin embargo, dicho argumento no se sostiene, pues la cantidad de muertes oficialmente atribuidas por COVID-19 no es independiente del subregistro de los casos. Muchas muertes posiblemente ocasionadas por el virus quedaron sin ser registradas, simplemente, porque no hubo un diagnóstico previo.
Efectivamente, la cantidad de pruebas realizadas por cada mil personas en Costa Rica es de 172 mientras que, en Guatemala, apenas llega a 73, según los datos actualizados al 9 de mayo de 2021 por la plataforma Our World in Data, que compara cifras oficiales a nivel mundial. Si actualizamos dicho indicador según la población que se puede estimar al 31 de diciembre de 2020, la tasa subiría sólo a 77 por cada mil habitantes. Por lo tanto, en Costa Rica se hacen más del doble de pruebas. Pero, en este rubro, es Panamá la nación que tiene la delantera regional con 569 pruebas sobre/cada mil habitantes, es decir, más de siete veces la tasa guatemalteca. Este indicador es importante para tener un mejor manejo de la pandemia pues, si no se ubican a las personas contagiadas, es casi imposible orientar correctamente las medidas sanitarias para la contención del virus. El Salvador con 137 por mil casi duplica la tasa guatemalteca. Por lo tanto, esta sigue siendo una gran deficiencia del sistema sanitario de Guatemala: navega a ciegas en pandemia.
¿Cuál es nuestro exceso de muertes?
El Registro Nacional de las Personas (RENAP) da cuenta de 78,472 muertes por causas naturales en 2020 (11% más que las registradas en 2019, es decir, unas 7 mil 600 de diferencia). Al 31 de diciembre de 2020, el MSPAS reportaba 5 mil 937 muertes por COVID-19. ¿Podría decirse, entonces, que hubieron mil 663 muertes adicionales (28% más) provocadas por el virus pero no registradas así? Para verificarlo debe analizarse detalladamente la base de datos del RENAP en cada una de las cuatro posibles causas de muerte que incluyen sus registros, según las boletas de defunción.
Seguramente, algunas de esas muertes sí fueron por COVID-19, mientras que otras podrían haber sido un exceso de muertes por otras enfermedades que se complicaron debido a las restricciones para la movilidad o al miedo de ir a un hospital para recibir el tratamiento adecuado. De hecho, la base de datos del RENAP contiene numerosos casos de sospecha de muerte por COVID-19. El Instituto Nacional de Estadística (INE) es, finalmente, el ente encargado de depurar estos datos y publicarlos oficialmente como estadísticas vitales en los próximos meses. Se espera que el INE siga los lineamientos para codificación del COVID-19 en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), dados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Gráfico 1. Cantidad de personas fallecidas por causas naturales según RENAP, 2019 y 2020, en contraste con muertes confirmadas por COVID-19 según MSPAS, 2020.
Fuentes: RENAP, Defunciones 2019-2020; MSPAS, Casos Fallecidos en https://tablerocovid.mspas.gob.gt/
Según las boletas de defunción que se le remiten al RENAP, dicha institución confirma que fueron 7 mil 849 personas las fallecidas por COVID-19 en Guatemala durante 2020 -por diagnóstico confirmado en laboratorio o por sospecha a partir de los síntomas observados-, lo que contrasta con los 5 mil 937 casos de fallecimientos por dicho virus que reporta el Ministerio de Salud en su tablero de control. Esa diferencia de mil 912 de muertes causadas por COVID-19, según lo establecido por quienes firmaron las boletas de defunción, representan un 32% más de la cifra oficial.
Gráfica 2. Cantidad de personas fallecidas por COVID-19*
por sexo y rango de edad según Boletas de Defunción que recibe el RENAP, Año 2020
Fuente: elaboración propia con base a datos del RENAP. * Nota: casos confirmados por diagnóstico más casos donde se sospecha, por los síntomas, que fue COVID-19.
Algo interesante de estas cifras recientemente publicadas por el RENAP es el hecho que se mantiene la relación 30/70 entre fallecimientos de mujeres (2 mil 338) y hombres (5 mil 511) que aparece en el tablero del Ministerio de Salud, lo que sugiere que, muy posiblemente, sí se trata de muertes por COVID-19. En contraste, para el caso del ordenamiento de los departamentos, sí se observa alguna variación respecto a los datos de ambas fuentes al 31 de diciembre de 2020, lo cual refuerza la percepción de una deficiente cobertura del territorio por parte de las autoridades sanitarias. Esto, a su vez, sólo refleja una ausencia histórica del Estado guatemalteco en muchas regiones del país.
Tabla 2. Fallecidos por COVID-19 según RENAP vs MSPAS, Año 2020.
Fuentes: RENAP, boletas de defunción (fallecimientos ocurridos en Guatemala) & MSPAS, tablero sobre Casos Fallecidos https://tablerocovid.mspas.gob.gt/. Los datos del RENAP pueden descargarse aquí: LINK
Mapas 1 y 2. Fallecidos confirmados por COVID-19 según RENAP vs MSPAS, Año 2020.
|
|
RENAP, 2020. |
MSPAS, 2020. |
Fuentes: RENAP, boletas de defunción (fallecimientos ocurridos en Guatemala) & MSPAS, tablero sobre Casos Fallecidos https://tablerocovid.mspas.gob.gt/
¿Cómo vamos con la vacunación?
Al 3 de mayo de 2021, Costa Rica reportaba más de 605 mil primeras dosis y más de 345 mil personas con ambas dosis administradas. Al 9 de mayo de 2021, Panamá da cuenta de casi 525 mil primeras dosis y más de 255 mil personas vacunadas con ambas dosis. No obstante, es el esfuerzo de El Salvador el que sobresale en cuanto a las primeras dosis, aproximándose rápidamente a las 960 mil personas vacunadas (más casi 156 mil con dosis completas). Guatemala únicamente ha vacunado (al 8 de mayo de 2021) con la primera dosis a menos de 205 mil personas y sólo unas 2 mil 500 cuentan con ambas dosis. Por otro lado, no se visualiza que el ritmo de la vacunación vaya a mejorar en los próximos días, pues ha habido demasiados tropiezos en el acceso a las vacunas. Recientemente, llegó un nuevo lote 321 mil 600 dosis de vacuna AstraZeneca, por medio del mecanismo COVAX, y sólo 50 mil de los 16 millones de dosis de la vacuna Sputnik V compradas a Rusia.
Por un lado, somos, entonces, el país con mayor porcentaje de letalidad y seguimos muy rezagados con la cantidad de pruebas realizadas. Por otro lado, la vacunación se encuentra recién empezando con la fase 2 para los adultos mayores de 70 o más años pero sin expectativas reales de poder cubrir a toda esa población en el corto plazo (aproximadamente, unas 620 mil, según proyecciones del INE, pero podrían llegar a ser hasta unas 670 mil personas, según el padrón electoral de 2019 del Tribunal Supremo Electoral -TSE). En síntesis: vamos muy mal, usando como punto de referencia a nuestros propios vecinos. Sólo Honduras parece estar peor en cuanto a la vacunación pero lleva más de un mes sin actualizar sus datos.
¿Qué haremos al respecto?
Algunos de los problemas son políticos y tienen que ver con decisiones no tomadas en el momento debido pero es imposible retroceder el tiempo. Por ejemplo, existe una ausencia de gestiones oportunas con los laboratorios que hacen las vacunas para asegurarse la suficiente y expedita provisión de las mismas, lo cual requería de la aprobación de una reforma en el Congreso (Decreto 1-2021, aprobado el 12 de enero de 2021), cuya ratificación fue retrasada por 10 días más por el presidente del Gobierno.
Otros problemas son puramente de comunicación, lo cual se puede corregir en el corto plazo, siempre que haya capacidad de reconocer los errores y voluntad para enmendarlos. El caso más comentado fue el de la ministra de salud quien dijo, en conferencia de prensa, que los adultos mayores podrían irse a vacunar en Semana Santa y luego intentó desmentir dicha declaración cuando los únicos centros de vacunación habilitados se vieron desbordados por la masiva asistencia de personas que tuvieron que esperar, desde ocho hasta diez horas en fila y a la intemperie, para intentar ser vacunadas.
También hay problemas técnicos y de logística que podrían abordarse con expertos para definir bien cuáles son los cuellos de botella y solventarlos. En todo caso, es importante que se tome en cuenta a los beneficiarios de la política pública, en este caso la vacunación, como adultos mayores con necesidades especiales para su movilidad o personas con enfermedades crónicas. También, debe escucharse a los especialistas en comunicación, logística, salud pública, epidemiología, enfermedades infecciosas, ciencias del comportamiento e información; así como a quienes saben sobre el diseño, implementación, seguimiento y evaluación de políticas (las llamadas “ciencias de la implementación”). Todos debemos estar con disponibilidad de encontrarnos en espacios neutrales, donde podamos buscar soluciones de manera colaborativa y crear prototipos para posibles alternativas que, si funcionaran, podrían ser implementadas a gran escala.
Autor: Carlos Mendoza
Coordinador académico.
Diálogos (Guatemala)