La colaboración salva vidas
Es asombrosa la resiliencia que ha mostrado el COVID-19. Cada vez que creemos haberle ganado la batalla, este virus reaparece con más fuerza. Esta misma semana India está viendo surgir la cepa XE, los Estados Unidos e Inglaterra analizando el impacto de la subvariante BA.2, mientras Shangai sufre la escasez de alimentos debido a las medidas de estricto aislamiento. Sus efectos en la actividad económica y las cadenas de valor, en la lucha contra el hambre y la pobreza, en el trabajo y el cuidado, y en las capacidades de dar respuestas por parte de los gobiernos, es fenomenal.
Sin dudas, el COVID-19 seguirá siendo un reto fundamental para la gobernanza mundial en 2022. Según una investigación que realizamos en Asuntos del Sur recientemente, es clave la forma en que los gobiernos elaboran las políticas para combatir la pandemia. Nuestra investigación, realizada junto a Lucas González y Antonella Perini, muestra que es clave la forma en que los gobiernos elaboran las políticas para combatir la pandemia. Aquellos gobiernos nacionales que diseñaron y/o implementaron sus políticas contra la pandemia en colaboración con otras organizaciones (gubernamentales y no gubernamentales) tendieron a sufrir menos muertes relacionadas con el coronavirus. En este sentido, la colaboración salvó vidas.
Por otro lado, no hemos detectado una clara relación con otros factores políticos que puedan explicar la eficacia de las diferentes respuestas gubernamentales frente a la pandemia. El hecho de ser una democracia (o no) produjo resultados mixtos en términos de muertes relacionadas con el COVID-19. Del mismo modo, otras investigaciones muestran que, al menos durante el primer año de pandemia, ni los sistemas políticos federales ni los unitarios tuvieron una clara ventaja para su abordaje. Los líderes populistas también tuvieron resultados dispares a la hora de enfrentarse a la pandemia.
Incluso la ideología política tampoco explica del todo por qué algunos gobiernos han tenido más éxito que otros a la hora de enfrentar el virus. Basta con comparar el pobre desempeño del presidente Jair Bolsonaro en Brasil con otro conservador de derecha, el presidente Luis Lacalle de Uruguay, quién apareció como un referente mundial en la contención de las muertes relacionadas con el COVID-19 durante el primer año de la pandemia.
¿Por qué es importante la colaboración?
La lucha contra la COVID-19 es un problema altamente complejo. Este virus ignora las fronteras nacionales y regionales; y tiene un profundo impacto tanto en la salud, la educación, la economía, la migración y en muchos otros aspectos de nuestras vidas.
La colaboración es una forma contundente de abordar esta complejidad: cuando los gobiernos colaboran con otros gobiernos, y con organizaciones de las esferas pública y privada -que representan a diferentes grupos e intereses- , se ofrece un amplio abanico de habilidades y recursos; y cuando los gobiernos se comprometen con estas organizaciones, solicitando asesoramiento y comentarios críticos, los resultados tienden a producir mejores políticas.
¿Cómo se mide la colaboración?
Hemos calculado la frecuencia con la que el nivel ejecutivo nacional se reunió con diferentes grupos, utilizando la información de, al menos, tres grandes periódicos por cada país analizado. Se buscó responder a preguntas específicas ¿La presidencia se reunió con organizaciones sociales para abordar la política de cuarentena? ¿Y la política de cierre de escuelas? Ante estos interrogantes, y muchos otras, cada país recibió un punto cada vez que se verificó un vínculo entre el poder ejecutivo con organizaciones sociales sobre diferentes temas relacionados con la pandemia. De esto modo, la puntuación por colaboración social de un país reflejó el total de puntos en cada uno de estos temas.
También observamos otros niveles de colaboración: el nivel de colaboración de los gobiernos nacionales con los niveles descentralizados (alcaldías y gobernaciones); los niveles de colaboración institucional entre funcionarios a nivel nacional y local; la colaboración con científicos independientes; y también con el sector privado. La puntuación global de la colaboración de un país incluye la colaboración del ejecutivo nacional en todas estas dimensiones.
¿Qué importancia tiene la colaboración?
Calculamos las puntuaciones de colaboración en América Latina, una región desproporcionadamente afectada por la pandemia del coronavirus. No obstante, nuestros resultados pueden extenderse a cualquier parte del mundo.
Medimos el impacto potencial de la colaboración en el indicador más fuerte de la pandemia: las tasas nacionales de mortalidad relacionadas con el coronavirus, según las métricas de Our World in Data.
Descubrimos que, bajo ciertas condiciones, la colaboración se asocia con menos muertes por COVID-19. Por ejemplo, en los países en los que los gobiernos se reunieron con las organizaciones sociales para coordinar la distribución de vacunas, hubo menos muertes por coronavirus. Lo mismo ocurrió en los países donde tomadores de decisión nacionales y subnacionales colaboraron en la política de cuarentena. También existen menos muertes relacionadas con el COVID-19 cuando los gobiernos nacionales colaboraron con los sindicatos.
Un examen más detallado de Uruguay, Brasil y Argentina corroboró estos resultados. Bolsonaro negó la gravedad del virus y arremetió contra las recomendaciones de salud pública de los científicos independientes y las gobernaciones estatales de Brasil. Lacalle y el presidente argentino Alberto Fernández, en cambio, trabajaron estrechamente con científicos independientes, organizaciones sociales y gobiernos subnacionales para combatir la pandemia.
¿Esta colaboración mejoró los resultados de Argentina y Uruguay? Probablemente sí: al principio, Argentina y Uruguay lograron ubicarse entre los mejores del mundo en la contención de contagios y muertes, mientras que Brasil tuvo serios problemas.
La colaboración nos ayuda a entender estos resultados. Por ejemplo, en los primeros meses de la pandemia, cuando Argentina era líder mundial en el tratamiento de la pandemia, el presidente colaboró estrechamente con las gobernaciones provinciales. Sin embargo, esta colaboración se rompió a los pocos meses de la pandemia. Tras casi seis meses de disputas intergubernamentales sobre la política de la pandemia, la tasa de mortalidad por coronavirus del país se disparó.
Cuatro razones que explican el efecto de la colaboración
En primer lugar, cuando los gobiernos colaboran, pueden poner en común los distintos recursos que ofrecen los actores intervinientes. En Uruguay, por ejemplo, el presidente aprovechó los conocimientos de científicos independientes y los recursos e infraestructuras de empresas públicas y privadas para crear una aplicación gratuita, Coronavirus UY, que ofrecía información sobre la comprensión, las pruebas y el seguimiento de la COVID-19.
En segundo lugar, las diferentes organizaciones representan intereses distintos. Las políticas, en consecuencia, pueden ser más inclusivas. El gobierno argentino colaboró estrechamente con líderes de los movimientos sociales, que ayudaron a garantizar que las poblaciones vulnerables tuvieran mayor acceso a la ayuda estatal y estuvieran informadas sobre la evolución de las medidas de confinamiento.
En tercer lugar, la colaboración ayuda a producir mensajes más coherentes y unificados sobre la política de cuarentena. Bolsonaro se pronunció en contra de las medidas de confinamiento de Brasil que los gobiernos estaduales y la comunidad científica promovieron abiertamente. Estos mensajes contradictorios generaron confusión sobre cómo la ciudadanía debía o podía combatir al COVID-19.
Y, en cuarto lugar, la colaboración puede promover la cooperación, en lugar de la competencia, en torno a recursos limitados y finitos, como la distribución de respiradores, las mascarillas N95 y otros instrumentos de salud.
La colaboración no es fácil, ni común
El COVID-19 es uno de los muchos y complejos desafíos globales que enfrentamos en el siglo XXI, tales como el tráfico internacional de drogas, el cambio climático y las migraciones forzadas. Sin dudas, la colaboración entre gobiernos, instituciones, sector privado y sociedad civil pueden ayudar a forjar mejores respuestas a estos complejos desafíos.
Sin embargo, nos quedan muchos interrogantes sin responder. Por un lado, sabemos que la colaboración es escasa. La regla general es que los recursos políticos y económicos se distribuyen de forma asimétrica entre los países y dentro de ellos. Por ello, las organizaciones dentro y fuera del gobierno varían en cuanto a su fuerza política y capacidad institucional. En este sentido, una investigación futura debería preguntarse ¿qué incentivos o reglas se pueden instrumentar para aumentar la colaboración en contextos asimétricos?
La colaboración también es difícil de mantener a lo largo del tiempo, como sugieren los malos resultados de Argentina y Uruguay en el segundo año de la pandemia. De cara al futuro, otra cuestión que hay que examinar es ¿qué podría debilitar la colaboración una vez establecida y, por el contrario, qué ayuda a fortalecerla?
*Esta investigación ha sido financiada gracias a la generosa contribución del Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo del gobierno canadiense (IDRC)
Matías Bianchi
Director ejecutivo
Asuntos del Sur
Jennifer Cyr
Investigadora
ColaboraLat