LA CALLE ES NUESTRA: JÓVENES CON DERECHO A PENSAR Y SER LIBRES: MÁS ALLÁ DEL DERECHO A LA CIUDAD. (SEGUNDA PARTE)
La antinegritud: más allá del derecho a la ciudad
Con la intención de abordar conceptos como derecho a la ciudad, Lefebvre (1969). propone que como derecho es fundamentalmente colectivo de todas y todos, y que tiene como principal objetivo democratizar la sociedad y la gestión Urbana, por lo cual, no solo se cumple con la consagración del derecho y con la posibilidad de acceso a lo existente, es necesario transformarlo y renovarlo, pero más allá de eso, es en la acción conjunta y colaborativa del pueblo, no solo para usar, ocupar y vivir la ciudad, principalmente para asegurar condiciones y mecanismos, para que las personas y organizaciones participen activamente en la planificación, ejecución y evaluación de una justicia espacial diferenciada, una justicia racial, es decir comunidades autónomas, que se piensan el habitar la ciudad y se plantean nociones más allá de las lógicas estatales.
Para Lefebvre (1969) y Harvey (2003) el derecho a la ciudad va más allá de la conquista de una ley, es el derecho a construir otra ciudad posible y justa, es decir tener el derecho habitar espacios que respondan a las necesidades de quienes le habitan, con recursos sociales y culturales, y servicios públicos, además de una participación en la planeación y tomas de decisión en todo lo relacionado con la ciudad.
Por su parte Villamizar (2016) plantea que, “La justicia espacial, efectúa la síntesis de dos dimensiones: una primera, conceptual que está relacionada con el llamado “giro espacial” promovido, entre otros, por Lefebvre (1974), Foucault (1997[1978]), Harvey (1997) y Soja (2014)”. Para este último la justicia espacial es entendida como el reparto equitativo en el espacio de los recursos socialmente valorados, así como también de las oportunidades o posibilidades de utilizarlos o no. Por su parte Marcuse (2009) plantea que:
“[…] Distingue “dos formas cardinales” de la justicia/injusticia espacial; por una parte, de segregación social en el espacio que tipifica como el “argumento de la falta de libertad”, respondiendo a las coacciones sociales, económicas y políticas sobre determinados grupos de población marginalizada; por otra, la de la asignación desigual de los recursos en el espacio. […]”
La injusticia espacial es la negación de derechos, el empobrecimiento, el destierro, la segregación espacial, la exclusión y la marginalización de territorios, la imposibilidad de acceder a políticas públicas, es la suma de injusticias estructurales que dificultan el acceso a la ciudadanía urbana, al derecho a la ciudad. Para Villamizar (2016), un ejemplo claro de injusticia espacial es la segregación residencial de base económica que viven las personas negras en comparación con las no negras, evidenciando que los sitios urbanos con mayor presencia de población negra se encuentran en mayor condición de vulnerabilidad social en comparación con la población no negra.
Para el caso puntual de la ciudad de Cali y específicamente el Oriente de Cali en relación con el resto de la ciudad, son varios los conceptos que pueden dar cuenta de cómo se configura el orden de la ciudad, uno de ellos es La Ciudad neoliberal, la ciudad que se configura desde el orden económico, en la que el mercado y el capital gestionan los recursos desde una visión empresarial, en la que se eliminan las políticas sociales y las políticas públicas, y prima la explotación de los cuerpos y los territorios y se obtiene ganancias a costa del despojo o acumulación por desposesión como lo llamaría Harvey (2013)
“[…] la economía por desposesión es el resultado de la diferenciación étnica, racial y de género, practicada por el capital” la cual ha generado profundas disparidades entre quienes ostentan el dominio y quienes carecen de este, son las identidades subalternas y vulneradas quienes sufren la depredación y la desposesión, y a su vez quienes la lucha por el derecho a la ciudad, arrebatado históricamente por elites económicas y políticas que construyen la ciudad según sus deseos e intereses relacionados con prácticas a su vez delincuenciales[…]”
Son los cuerpos y los territorios negros quienes han sufrido sistemáticamente el despojo y la desposesión, es a costa de la eliminación de la vida y de la explotación de los territorios negros, que se han construido las pequeñas y grandes urbes. Nos encontramos entonces ante una ciudad fracturada, fragmentada, la ciudad afro y la no afro: la ciudad del terror y el miedo, y la ciudad de las oportunidades y del privilegio; la ciudad segregada, marginada y excluida, y la ciudad conectada, con sistemas de seguridad, tecnología y barreras físicas, dos espacios que conforman una sola ciudad, en la que interactúan quienes tiene el dominio de lo público y quienes se les ha negado la vida misma, la posibilidad de ser y de habitar el territorio.
En el marco del evento Voces Afro juveniles Luchas que Unen Territorios, los jóvenes de juventudes populares representan una situación que ejemplifica lo que experimenta un joven negro al cruzar el otro lado de la ciudad, la Cali del privilegio de raza y de clase:
Bryan, un joven negro, rapero y desempleado sale en busca de dinero para pagar el lugar donde se hospeda temporalmente. Lo único que recibe de todos los lugares donde circula son insultos, malas miradas y rechazos. Casi 10:00 de la noche Brayan aborda la ruta P12A hacía la estación de universidades, decide cantar sus cortas, aunque buenas rimas, y ni siquiera recibe un saludo. Triste y desanimado por las malas miradas decide bajarse en una parada del barrio El Ingenio. Entrando en desesperación Brayan ya no sabe qué hacer. —11:00 pm Brayan se encuentra por una de las calles de El Ingenio, dos casas delante de él, camina una joven hacia su casa. La joven voltea a ver que Brayan va detrás suyo, se desespera y empieza a caminar más rápido, mientras lo hace se le cae su billetera. Brayan la encuentra y va detrás de la chica para entregársela, pero al verlo ella se asusta y, desconcertada, le da las gracias.
La historia de Bryan, joven negro habitante del oriente de Cali es un ejemplo de miles que experimentan las juventudes negras. Tanto salir del oriente como quedarse en él, representa para las juventudes negras la posibilidad de ser violentado o asesinado, ser y sobrevivir en la ciudad es una lucha diaria y constante a la que se ven obligados a enfrentar día a día. Con el incremento de la violencia durante la pandemia, dos de las jóvenes, una de 14 años y otra de 16, comentan que han perdido a familiares y amigos cercanos, lo que pone en evidencia las dinámicas del terror ante la injusticia espacial, al compartir su miedo de ser asesinada. Ella menciona que:
“yo sueño con poder llegar hasta grande viva” Otra recuerda que “cuando por fin estaba asimilando que mataron a un amigo, cuando pensaba que ya había pasado el dolor, matan a otro amigo y me hace recordar, y ya me duele el doble, se me juntaron dos dolores […] nadie se imagina cuánto puede doler la muerte de un amigo con el que uno ha crecido […]”.
Las juventudes negras del oriente de Cali viven de manera sistemática el fenómeno de la muerte, el duelo constante ante la muerte sistemática de familiares y amigos, miedo a ser alcanzado por la muerte física y la negación de todos los derechos ante la muerte social.
La violencia racial estructural se manifiesta de múltiples maneras, como la imposibilidad de acceder al derecho a la ciudad, algo que las juventudes negras de las periferias urbanas experimentan día a día. Para Morse (1971) las ciudades han sido reconocidas como “ciudadelas de privilegios” frente a las llamadas invasiones, asentamientos subnormales, que carecen de servicios básicos, a diferencia de la ciudad, la no ciudad será aquella irregular, informal e ilegal. Por su parte Vargas menciona que:
“[…] La anti-negritud hace abyecto todo lo que supuestamente está ligado a la negritud. La anti-negritud hace que todos los espacios marcados por la negrura no sean lugares: espacios físicos, espacios metafísicos, espacios ontológicos, espacios sociales. La anti-negritud, por tanto, define la no persona, el no lugar […]” (Vargas, 2020)
Tanto para Morse como para Vargas, la ciudad con privilegios es aquella a la que se le puede llamar ciudad, por tanto, decir que existen dos ciudades, nos impide profundizar en la discusión, problematizar la categoría ciudad y ciudadanos como quienes pueden habitar la ciudad nos permitirá ahondar en el análisis, es decir: cuerpos negros que habitan territorios negros no serán considerados personas y los territorios que habitan no serán por tanto parte de la ciudad.
Vargas (2020) complejiza el análisis para puntualizar que la segregación de los territorios no es el único elemento importante; la negación de ser, de la humanidad, de la ciudadanía, a las personas negras en comunión con la negación de los lugares habitados por estas -como le sucedió a Bryan, a los jóvenes de la Colonia Nariñense y como le sucede a miles de jóvenes negros al habitar y recorrer la ciudad- la raza se convierte en el pilar de las opresiones; la negación, el vaciamiento del ser, la objetivación de los cuerpos y sus territorios en funcionamiento de la lógica del capitalismo racial; el cuerpo como el territorio serán útiles mientras funcionen como elemento de explotación, para después ser desechado.
Es a partir de la discusión antes planteada que, la conformación de ciudades justas; democráticas y de distribución equitativa del suelo como lo proponen Lefebvre (1969) y Harvey (2013), no son propuestas suficientes ante las demandas de los pueblos negros y de las juventudes, ante la deuda histórica que tiene la sociedad, ante la negación de la vida, del ser y ante la muerte sistemática e histórica y social, que arrincona y apaga la posibilidad de proyectos de vida digna: educación digna y de calidad, salud, empleo, vivienda, justicia y oportunidades.
Las juventudes negras del Oriente de Cali viven con el temor de que una bala acabe con sus vidas, evidencia de cómo las ciudades y sus dinámicas capitalistas, racistas y coloniales, construyen e imponen el orden social urbano que recae sobre las juventudes negras, eliminándolos de la categoría ciudadano, convirtiéndolos en objetos de explotación y en desechos. Debemos preguntarnos entonces ¿Es el derecho a la ciudad, la solución que las políticas públicas presentan para la transformación social de los pueblos y las juventudes negras? Para autores como Vargas (2020) y Morse (1971) antes de proponer el derecho a la ciudad como solución, es menester problematizar la discusión del derecho a la ciudad ya que la ciudad anti-negro no considera las experiencias de los cuerpos y los territorios negros como ciudadanos o ciudades.
Los pueblos y las juventudes negras, como los jóvenes del grupo de Juventudes Populares, siguen en la construcción de mundos más justos, que dignifiquen la vida y que generen relaciones justas, más allá de las lógicas coloniales. Propuestas políticas como la Autonomía y soberanía alimentaria, pre-icfes populares, Educación libertaria, mingas comunitarias, pedagogías populares, saberes ancestrales curativos, entre otros, que se desarrollan en la ruralidad y en las periferias urbanas, son estrategias de resistencia y más allá de eso propuestas y proyectos políticos que propenden por otros mundos posibles.
Es ante la negación de derechos, que la fuerza, la articulación y la colaboración de las organizaciones se logra reconstituir el tejido social.
Bibliografía
- Harvey, D. (2003). “The right to the city.” International Journal of Urban and Regional Research,27(4), 939-941.
- Harvey, D. (2013). Ciudades rebeldes: del derecho de la ciudad a la revolución urbana. Ediciones Akal
- Lefebvre, H. (1969). “El derecho a la ciudad”. Edición 62 S.S. Barcelona, España
- Marcuse, Peter (2009). “Spatial Justice: Derivative but causal of spatial injustice”, Justice Spatiale/Spatial Justice N° 2, artículo digital: http://www.jssj.org/wp-content/uploads/2012/12/JSSJ1-4en2.pdf acceso 12 de diciembre 2015.
- Morse, R. (1971). La investigación en América Latina, tendencias y planteos. Buenos Aires: SIAP
- Salamanca Villamizar, C. A., & Astudillo Pizarro, F. (2016). Justicia (s) espacial (es) y tensiones socioambientales: desafíos y posibilidades para la etnografía de un problema transdisciplinario.
- Vargas, J. H. C. (2020). Racismo não dá conta: antinegritude, a dinâmica ontológica e social definidora da modernidade. Revista Em Pauta: teoria social e realidade contemporânea, 18(45).